LA CLASE TRABAJADORA
Si existe una clase trabajadora -pocos podrían negarlo- significa
entonces que hay una clase, o varias, que no trabajan, o que por lo menos no son
injuriadas con ese mote. La clase opuesta a la trabajadora debería ser la clase
no trabajadora, pero esa no existe como tal. En su defecto, existe la clase explotadora.
Claro que explotar a otro demanda cierta proyección, organización y
planeamiento, y eso de alguna manera es trabajo. Pasa que el trabajo (entiéndase
como empleo mal pago, con demanda física o mental o las dos cosas y bajo
sometimiento) es algo impuesto, nos lo venden como una actividad decente, que
dignifica, aunque sólo sea en el papel. Y es en el papel donde la clase
trabajadora tiene ese mote digno, en la realidad no obtiene más que burla y
desprecio, sobre todo en los que la someten. La clase explotadora, o no
trabajadora, no usa papel, salvo cuando va al baño.
Podríamos decir entonces que la clase trabajadora es hija de
la clase explotadora, la clase explotadora hija de la clase dominante, y la
clase dominante hija del primer canalla que nació en una mullida cuna de oro y
se avivó que los que dormían en el piso no se quejaban tanto como para ir a sacarle
su cunita. El único trabajo del explotador es avivarse de cómo someter a otro,
y se da antes del primer destete. Después ya no trabaja más, y empieza a comer
comida sólida, jugosa y sangrante.
HUMILDAD APARTE
¿Y cuándo es que la humildad va integrada y no aparte? Decir
“humildad aparte” es retórica por: “Voy a decir lo que de verdad pienso con
esta muletilla de corrección política que ni vos ni yo nos creemos pero la digo
igual, para quedar bien aunque no quede bien”. La humildad no sólo no va
aparte, ni siquiera va, porque, técnicamente, no existe. Cuando existe es falsa
y jamás viene separada, como si vienen, por ejemplo, los accesorios de la muñeca
Barbie.
La muletilla que podríamos implementar sería “necedad
aparte”, eso sí sería un logro. Hacer el esfuerzo de simular no ser un imbécil llevaría
a suponer que sabemos que lo somos, y los demás se mostrarían agradecidos por
vernos mentir tan dignamente. Necedad mata humildad, porque una existe y la
otra no. O quizá lo que no exista sea el “aparte”…
LA GENTE FELIZ NO ESCRIBE
O escribe mal. La felicidad, si la pensamos como un absoluto,
deja afuera el dolor y la angustia que, de alguna manera, son el motor de la
escritura. Del arte, bah. El artista (suena solemne, y lo es) busca felicidad, yo
diría cierta paz, por medio de la catarsis creativa. Le urge decir algo y
compartirlo. Esto no significa que tenga talento. Se puede sufrir como chancho
en matadero y no hacer nada digno de ser leído por nadie. En ese caso se
perdería doble: por ser infeliz y por no utilizar esa infelicidad para escribir
bien. Si conocen un caso así no se lo confiesen al pobrecito/a y déjenlo que se
vaya muriendo solo/a.
En teoría, la gente feliz viviría su felicidad como una obra
de arte constante y no necesitaría expresarla de otra forma más que,
simplemente, viviendo. Hagamos como que eso existe, porque yo acá quiero
exponer un punto. El asunto es que oponerle a esto que la frustración y la
amargura nos van a hacer escritores es todavía más ingenuo. Por desgracia, la
felicidad, de la cual nos burlamos muy seguido, casi no existe o se ve muy de
vez en cuando, como se ve al Yeti, cada diez, quince años (me refiero a las
vistas falsas realistas), en cambio la frustración y la amargura abundan como plaga
en medioevo.
En síntesis, tanto dolor no ayuda a escribir un carajo de
nada. El mundo está lleno de amargos, de hecho hay más amargos que felices, y
eso no ha dado resultados positivos para las letras (ni para nadie pero nadie
somos todos). O sea que la infelicidad ocasiona más quejas que libros, más
suicidios que versos, y más confusión que liberación artística.
Terrible verdad que tendremos que sobrellevar. Lo único que
se me ocurre para contrarrestar esto es leer menos y ver mucha televisión. Al
fin y al cabo la tele está hecha por y para depresivos, y está al alcance de
uno. No es poco si lo vemos con ojos conciliatorios y pro psiquiátricos.
1 comentario:
y los que no escriben pero hablan demasiado , ellos que...
usan la verborrea para dejar a las palabras gastadas en lugar de hacer del dialogo o la palabra algo eterno .
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