sábado, 30 de octubre de 2010

DECÁLOGO INFAME DEL GUIONISTA CINEMATOGRÁFICO

A continuación se enumeran algunas de las mentiras y malentendidos que suelen trastornar a la gente que, no siempre mal intencionada, se dedica a escribir guiones para cine:

1- SER GUIONISTA ES UNA VOCACIÓN. NO SE ELIGE SER GUIONISTA, SE NACE.

Ni falso ni cierto: imposible. Nadie nace sabiendo que va a ser algo que no está definido. Al crecer -y por dejarse confundir por las brillantes luces del cine-, el escritor que podría haber sido un decente narrador en otros rubros se decide a ser lo que nadie sabe si es ser algo o no ser nada: un guionista. Para cuando se da cuenta que en el cine no hay reconocimiento ni, en el caso de los más guionistas más frívolos, fama y dinero, ya perdió el coraje, la inspiración y la energía para escribir en cualquier otro medio. La prosa y la poesía podrían ser quizá ese medio, y aún considerando que están algo caducas se interpretan como arte genuino, aunque nadie lea ni prosa ni poesía.

2- LA MEJOR ARMA DE UN GUIONISTA ES TENER BUENAS IDEAS.

Falso. A nadie importa si un guionista tiene imaginación, talento o si es capaz de escribir una buena historia. Esos son cuentos que en las escuelas de cine cuentan a sus alumnos para no desanimarlos de pagar la cuota. El cine es negocio en un 100 % (con un 1 % ciento para arriba de margen de error), manejado por gente que no sabe nada de historias ni le importa saber. Sin embargo, las películas que se terminan haciendo en Latinoamérica nunca son exitosas pero el negocio de hacerlas sí, porque depende de saquear al estado y de no rendir cuentas, ya que se trata de arte subsidiado.

3- LOS PRODUCTORES SIEMPRE ESTÁN A LA BÚSQUEDA DE BUENAS HISTORIAS Y HAY QUE APROVECHARLO.

Falso. Es una frase que los productores dicen por decir, en verdad sólo buscan producir guiones de amigos o gente que les conviene apadrinar, guiones que seguro no han leído aunque no por eso dudan que sean lo suficientemente malos para ser filmados. Por desgracia, para quedar bien (¿frente a quién? No se sabe, pero se está investigando) a veces afirman en público que buscan buenas historias. Nadie les cree, salvo los guionistas, y porque están desesperados.

4- LO IMPORTANTE PARA UN GUIONISTA ES ESCRIBIR MUCHO Y DIVULGAR SUS OBRAS HASTA QUE ALGUIEN LAS VALORE Y RECONOZCA SU CAPACIDAD COMO NARRADOR/A.

Falso. Principalmente, para enamorarse de una historia, incluso de una persona, el productor debe saber lo que es el amor. No lo sabe; y no sólo eso, no sabe nada de nada, por eso produce películas que a nadie gustan, porque al desconocer el amor no sabe lo que es herir el corazón de una persona sensible, en este caso un espectador incauto que no aprende de ejemplos anteriores y le da otra chance a la mediocridad mediante el pago de una entrada.

5- HAY QUE, DE A POCO Y SIN DESESPERARSE, IR ENTRANDO EN EL MEDIO CINEMATOGRÁFICO PARA CONOCER GENTE HASTA DAR CON LA PERSONA QUE NOS DE LA OPORTUNIDAD DE BRILLAR.

Falso. En sociedades más adeptas a los mitos y las fábulas eso se traducía antiguamente como ir en busca de Shambhala, El Dorado o la Fuente de la Juventud; es decir, ir en busca de lo que no existe para mitigar la pena de la existencia humana. Un guionista experimenta la pena más banal al ser ignorado toda su existencia, y no muere como un viajero místico escalando cerros fabulosos en busca de ciudades doradas sino como un perro callejero, solo y abandonado. O dicho de otro modo, como un verdadero guionista.

6- ES IMPORTANTE QUE NOS CONTRATEN PARA ESCRIBIR UN GUIÓN POR ENCARGO, Y LUEGO TRATAR DE LLEVAR LA HISTORIA HACIA DONDE QUERAMOS QUE VAYA, YA QUE UNA IDEA, SI ES BUENA, SERÁ ESCUCHADA.

Falso. Un guión por encargo empieza mal y termina mal porque su camino siempre fue malo. Además, si un productor y un director quieren hacer algo mediocre un guionista no es quién para sugerirles lo contrario. Se lo alquila no como cerebro sino como parte de una gran máquina que, por no funcionar, acabará realizando un pésimo producto, que no necesariamente una película.

7- UN GUIONISTA SIGUE LAS DIRECTIVAS DEL PRODUCTOR O DIRECTOR QUE LO CONTRATA.

Cierto. Lo que vuelve al guionista un sujeto para nada inocente y un incitador a su propia violación. Eso genera que casi nunca escriba buenos guiones, menos en Latinoamérica, donde los directores suelen mentirse a sí mismos creyendo que hacen cine de autor cuando sólo hacen películas malas que ve poca gente, al revés de Hollywood, donde los directores tampoco son artistas y hacen películas malas que ve mucha gente.

8- EL GUIONISTA NO TIENE LA CULPA DE SER MALTRATADO POR PRODUCTORES Y DIRECTORES.

Falso. De ser inocente y puro no trabajaría en cine -lo cual le impediría ser maltratado por gente de cine y en vez sería maltratado por gente de otros medios-, no viviría de vanas esperanzas ni rodeado de personas que al final de sus días comprobará que eran muy parecidas a él/ella, por más que siempre lo haya negado, creyendo que no era parte de los engranajes de una máquina oxidada y sin una gota de aceite, ya no digamos tuercas y tornillos (máquina a veces denominada “séptimo arte” aunque únicamente por académicos perversos).

9- EL GUIONISTA LATINOAMERICANO TIENE LA POSIBILIDAD DE ESCRIBIR GUIONES DE PELÍCULAS MÁS LIBRES, MÁS ARTÍSTICAS Y MÁS PERSONALES QUE EN HOLLYWOOD.

Falso. Es decir, podría ser cierto pero no lo es. El cine suele ser un medio pervertido sin importar su país de origen, orientación política, étnica o religiosa. Es reaccionario y mojigato por costumbre y se debe a que mueve mucho dinero. El guionista no ve mucho de ese dinero pero estar cerca le hace creer que sí. En Latinoamérica el cine es igual de malo que en otras partes, ocurre que al tener -en sus mejores cintas- cierto contenido demagógico y pseudo artístico con tono regional, engaña a los directivos de festivales europeos que se obsesionan en darle premios en forma de diversas figuras alegóricas bañadas en oro o plata, con un largo prestigio inventado por ellos mismos.

10- ES COMÚN POR PARTE DE LOS DIRECTORES EL ROBO DE LA AUTORÍA A LOS GUIONISTAS

Cierto. También falso. Son pocos los guionistas autores y con verdadero talento, se cuentan con los dedos de una mano y de la mano de alguien que perdió la mitad de los dedos en un accidente industrial. En general, para robarse la autoría de un guionista el director debe, al menos, tener un gusto mínimo, o una capacidad intelectual no tan reducida como para saber qué robar y qué no. Eso se da muy de vez en cuando, vale decir que esa clase de directores son los buenos directores. La mayoría no roban la autoría, más bien la destruyen por completo al hacer una pésima película a partir de un guión de dudosa calidad.

Agregamos un punto extra de yapa, o pilón, que sería el 11 pero que denominamos 10 bis para darle a esta queja más caché:

10 bis- EL GUIONISTA PUEDE Y DEBE HACER VALER SUS DERECHOS.

Cierto en teoría, falso en la realidad. No hay derechos que hacer valer entre megalómanos sin talento ni cultura (cultura general, no digamos una aplicada), o sea, entre gente que hace cine. Esta deficiencia del saber entre productores y directores ocasiona que el guionista tienda a disfrazar su propia falta de talento y crea que está siendo limitado, que no lo dejan expresarse y que puede dar mucho más de sí. Consigue que sus lamentos parezcan los de un artista estafado en lo más profundo de su moral y no las quejas de otro incapaz en una larga cadena de incapaces.

(NOTA: Es un decálogo antojadizo, mala onda y no muy exacto, es cierto, pero ¿qué pretenden? ¡Soy sólo un guionista!)

(c) Alejandro Hosne 2010

domingo, 26 de septiembre de 2010

EN CASO DE QUE EL AMOR SOLO NO ALCANCE...


Aviso en vagón de Metro Ciudad de México, línea 9


No hay mucho que agregar a lo que dice este aviso, pero si uno consigue superar su retórica salvaje y alucinada destaca lo esencial de la propuesta: es perfectamente viable.

Léanlo bien -dejando de lado la risa o la indignación- y verán que es tan lógico y consecuente como la gravedad o la rotación de la tierra. Si dijera algo del estilo de “hacemos que la persona que lo abandonó o que lo engaña vuelva a usted de inmediato y lo ame para siempre” no le creeríamos nada, ni siquiera tendríamos que pensarlo, se trataría de la estafa común y corriente de cualquier publicidad, una promesa vacía que nadie espera que se cumpla. ¿Quién podría lograr que una persona que nos mandó al carajo o que nos maltrata regrese y nos ame sólo porque lo deseamos? Nunca visto.

Ahora bien, si nos aseguran que podemos doblegar a la persona que nos abandonó o nos maltrata sí empezamos a creerle, porque la humillación es un vicio que la humanidad suele ejercer de forma exitosa, rítmica, interrumpida, al revés del amor, que en general se ejecuta torpemente. Por eso, si tienen problemas graves con su pareja, si intentaron la reconciliación por medio de palabras dulces o haciendo un acopio del amor compartido durante tanto tiempo y no sirvió, sepan que carecen de lo fundamental para ser exitosos: la dominación del otro.

No sé si enseñar a humillar al ser amado es enseñar sobre el amor, pero sí sobre los usuales mecanismos de las relaciones afectivas que, muchas veces, no tienen nada que ver con el amor sino con la más bastarda territorialidad y egoísmo. La herramienta de tortura psicológica que propone este aviso -espero que sea psicológica y no un mero sometimiento físico, sería una desilusión- quizá sea consecuencia de haber aceptado como real la peor parte del ser humano, de atreverse a evitar las inútiles mieles del sentimentalismo y gritarlo delante de todos y de nadie en un aviso de metro apenas visible, con un cinismo tan descarado que resulta casi admirable.

Están enterados: en caso de que el resentimiento con sus parejas los haga rebasar cualquier límite ético ya tienen a quién llamar por consejo. Prepárense.

sábado, 4 de septiembre de 2010

LO ABSURDO COMO LIBERACION

Estoy convencido de que a las ciudades grandes, como pasa con el D.F., les llega el terrible momento en que empiezan a crecer solas, a desafiar cualquier intento de urbanidad y armonía arquitectónica y se vuelven simplemente monstruosas. Se hace imposible contenerlas, más si nadie aspira a contenerlas sino a esquivarlas (¡cómo si eso se pudiera!). El D.F. es un buen ejemplo de ciudad con expansiones de godzilla en pleno ataque de pánico.

Ante todo aclaro que no sólo no tengo nada en contra del D.F. –vivo en él hace años- sino que tampoco intento emitir una opinión del estilo de “me gusta o no me gusta”, porque esta urbe es demasiado desproporcionada para reducirla, valga la expresión, a un mero tema de gustos. El D.F. ya no es lindo ni feo, es incorregible (1).

La ciudad cobró vida gracias a los frankensteins delegacionales y jefes de gobierno que la abandonaron a su suerte -mala, como la de cualquiera que es abandonado-, y sobre todo por nosotros, sus habitantes, que observamos inertes o con perversa ambigüedad cómo se nos acercan amenazantes esas miles de toneladas de cemento, vidrio y concreto con los cuales se creó el golem; nuestro golem, alimentado de tráfico, enajenación e histeria y que se vuelve contra nosotros en cuanto pisamos la calle.

¿A qué va todo esto? A que los otros días encontré algunos ejemplos de seres humanos -al fin y al cabo las ciudades, en teoría, están diseñadas para que las habiten seres humanos- que mostraban subversión, desafío, imaginación. Un desafío, digamos, casi cósmico, una evidente oposición a lo irracional por medio de una ilógica creativa.
Esa gente defendió su derecho al absurdo en busca de -diría Albert Camus- unidad frente a la totalidad, de rebeldía contra el totalitarismo de la insensatez y falta de propuestas que, en este caso, vendría a ser la urbanización de lo ridículo y la construcción de lo desordenado. Es decir, de la ciudad.

Vamos a los ejemplos:


Casa cualquiera en la colonia Coyoacán


Esta placa que vemos en la foto atestigua lo que sus dueños quieren aclarar al transeúnte que se digne a levantar la vista. La aclaración viene como respuesta a una pregunta nunca hecha y en consecuencia no aclara. Si pensamos que las puertas citadas, en su abrir misterioso, podrían abrirse hoy como no se abrían antes, entendemos el tono de fastidio de la cita: ¿cómo tenemos el tupé de cuestionar el abrir de las puertas, en primer lugar? Si observamos con detenimiento la casa (yo lo hice) no notamos nada raro en sus puertas, pero quizá sea porque seguimos la línea irracional que siguen las casas y las ciudades, que dictan que una puerta debe abrirse por un motivo en particular o por alguien en particular. Por fortuna, la ilógica de los dueños de esta casa nos frena a tiempo y nos hace entender que no entendemos, y que por eso vivimos en la ciudad.


Arbol en la colonia Nápoles

Este árbol nos sugiere el salvataje desesperado de algún empleado delegacional amante de la naturaleza. Cuando di con él, caminando al azar, me emocionó que lo hubieran rescatado y no dejado morir por construir una banqueta (vereda) o una calle. Pero una noche -mucho antes de esa melancólica caminata-, casi choco contra él manejando en el auto y puteé de lo lindo contra el imbécil que lo dejó ahí, en plena calle y sin aviso. Sólo tiempo después me di cuenta que se trataba del mismo árbol.
Sin embargo surgen dudas: ¿si el empleado delegacional amaba tanto al árbol, por qué no consideró que dejarlo en la calle era exponerlo a que lo chocaran una y otra vez? Si tanto respetaba la vida del árbol, ¿no hubiera convenido ensanchar la banqueta y dejarlo a salvo? También pudo ocurrir que fuese al revés, que el tipo/a odiara el árbol y en vez de motosierrarlo lo expusiera a ser ejecutado por los automovilistas del D.F., lentamente, golpe tras golpe. Se sabe, además, que al manejar los automovilistas se vuelven tan locos como la ciudad misma y dejan de ser personas para ser chatarra en estado de furia. Como sea, la vida de este árbol sugiere motivos contradictorios en sus salvadores y hasta podemos sospechar que hubo malicia. Sin embargo, el árbol continúa viviendo.

Estas dos incógnitas que señalé -una apenas visible, la otra tan visible que nadie la nota-, remarcan que el verdadero sinsentido en nuestras vidas debe ser creativo, desafiante, enigmático. Si hacer morir una ciudad por el hecho de dejarla crecer como monstruo mutante es en verdad el efecto de un nihilismo estúpido, evidenciar el absurdo universal es el resultado de una sabiduría lúcida, alucinante, digna de un ser humano que no quiere abandonarse a la confusión y que -otra vez cito a Camus- grita sus desesperadas ansias de unidad.

(1) Que no se enojen los peronistas, al contrario. La siguiente frase atribuida a Borges: “los peronistas no son ni buenos ni malos, son incorregibles” se puede usar para un sinfín de otras cosas que no sean los peronistas y quizá con mejor resultado. Pero, claro, primero debemos aceptar que le estamos robando la frase a Georgie.

sábado, 31 de julio de 2010

MOMENTOS CON ANZUELO

… Me refiero a esos momentos en los que somos testigos de algo que sobresale en el bodrio cotidiano, algo que nos descoloca y nos agrada porque es inesperado y porque, en general, nadie nota más que nosotros. Esos momentos pueden venir con o sin moraleja, igual enseñan cosas. Por eso hay que agarrarlos con anzuelo y después narrarlos, que no caigan en el olvido.


LA HISTORIA DEL PALITO

Conocí la historia del palito durante un encuentro entre un escritor y una editora en el café de una librería. La charla venía distendida, mezcla de entusiasmo y anhelo en uno, cautela y curiosidad en otra. La hija de la editora estaba presente. Por un rato, se atajó la editora, el padre ya la viene a buscar, enseguida vamos a poder charlar tranquilos y tomarnos un café. El escritor no tuvo problemas, la nena iba y venía en busca un libro y casi no estuvo con ellos. Atenta, lúcida, no se decidía cuál llevar, había seleccionado varios buenos títulos. La editora la describió como una gran manipuladora, omitiendo decir que era un encanto, cosa que se veía. Al final pidieron los cafés, el padre tardaba.

Charlamos sobre mi libro -el escritor era yo, la editora era ella- y la literatura actual. Dije sin que se notara mi enojo que ésta me parecía ajena y acartonada. Yo sabía que, bien o mal, escribía por necesidad, al revés de muchos otros que lo hacían para figurar o conseguir algún puesto de agregado cultural. Eso no lo dije.

Pasaron los minutos, la charla se acabó, promesa mediante de leer el manuscrito. La nena volvió a la mesa, inquieta. Me echó un vistazo tratando de adivinar si podía ser un interlocutor válido. Decidió que no, pero no había nadie más. La editora pidió la cuenta y atendió su celular, era el padre que venía retrasado. Están divorciados, me explica la nena. Vino el mozo y levantó tazas y vasos mientras afuera el padre trataba de estacionar. La nena me pregunta:
- ¿Conoces la historia del palito?

No esperó la respuesta. Se apoyó de costado sobre mi pierna en total confianza y dijo sin mirarme que había un planeta donde los palitos vivían sólo para sostener muñecos, que si no lo hacían eran perseguidos por las otras cosas. Aclaró que lo único que había en ese planeta eran muñecos, palitos y otras cosas. Me mostró un palito que tenía en la mano y lo hizo esquivar -con una sola mano, la otra la mantenía detrás de la espalda- las servilletas, los sobrecitos de azúcar, incluso la bandeja que sostenía el mozo. Contó que el palito tuvo la desgracia de separarse un día de su muñeco, por distraído. Lo buscó por todos lados y no lo pudo encontrar. Muy nervioso, se dio cuenta que las otras cosas del planeta lo empezaban a perseguir, acusándolo de no querer sostener a su muñeco. Intentaron pegarle, y mientras el palito huía les gritaba asustado que no era su culpa, no encontraba a su muñeco.

La nena levantó la voz imitando el gemido de horror del palito, y movió los objetos de la mesa como si fueran las persecutorias cosas de ese planeta. Mi carpeta con el manuscrito casi obstruyó el escape del palito. La nena me miró y dijo que cuando no había más esperanza ni donde escapar -el planeta era chico como esta mesa-, el palito dobló una esquina y se topó con su muñeco perdido -señaló un ángulo de la mesa-. Los dos se reprocharon y se dijeron de todo hasta entender que se había tratado de un mero descuido. La nena miró al mozo acercándose con el vuelto en la mano. La madre se despidió, a punto de cortar la llamada. El muñeco le dijo al palito que se subiera, urgente, y se unieran de una vez, que venían las cosas para pegarle. El palito sonrió y de un salto entró en la base del muñeco. La nena sacó la mano oculta detrás de la espalda, que sostenía al muñeco, y en un movimiento hizo entrar al palito en la base.
- Así termina la historia.

Un segundo después la madre se levantó, el padre estaba abajo. El mozo se fue cargando todo. La nena se despidió llevándose el muñeco, regalo de la librería de la sección de chicos, y bajó las escaleras dedicándome un cháu apurado. Por la ventana vi al padre que la esperaba en el auto con la puerta abierta.
Seguimos hablando un rato de mi novela y de cualquier otra cosa. Ahí entendí, lento, llegando casi tan tarde como el palito al muñeco, que la nena había improvisado esa historia nomás para amenizar la llegada de la cuenta y del padre. Duró menos de un minuto su historia -lo que llevó pagar e irse-, lapso que había calculado con absoluta precisión desde el momento en que me preguntó si conocía la historia del palito. Cuando calzó el palito en el muñeco y dijo “fin”, su padre le hacía señas por la ventana.

Yo, que con vergüenza -tampoco tanta- creía que escribía por necesidad, admiré en silencio a esa nena que inventó una historia para no aburrirse en los cuarenta y cinco segundos que tenía por delante sin ningún plan programado. La madre no reparó en su relato, supuse que escucharía varios por día, dependiendo de la impaciencia de la hija, que esa tarde la usó para marear a un escritor y demostrarle que el tiempo estaba de su lado, que el placer del relato superaba lectores, escuchas, ediciones y objetivos. El aburrimiento -que constantemente nos destruye lo cotidiano o, lo que es peor, lo construye- ese día fue doblegado por una nena que supo enfrentarlo con un palito y un pedazo de muñeco. Ella, que según aclaró su mamá no tenía ninguna intención de escribir a pesar de tener madre editora y poeta, sí tenía una terca y sincera necesidad de contar historias.

miércoles, 28 de abril de 2010

martes, 12 de enero de 2010

CUARTO CAPÍTULO DE "LAS AVENTURAS DE JORGE"

“¡MAS PÁGINAS, MENOS ACCIÓN, MÁS LOCURA, MUCHO TEXTO, MÁS PROPUESTAS, POCOS PERSONAJES!" COMO VEN, UNA COSA BUENA ES ANULADA POR OTRA MALA. (PERO ASÍ ES ESTE COMIC, SEÑORA)

Hoy veremos cómo el autor se desinfla y empieza a desaparecer de la escena, dejando solos a Jorge y Siluetita, que deberán tomar sus propias decisiones y ver qué hacen con sus vidas. Pero como esta historia es puro capricho puede que el capítulo que viene cambie todo otra vez. ¡No se quejen, peor es leer los chistes de la contratapa de los diarios!